Barack Obama tuvo ayer una reunión con su rival en las elecciones, John McCain, con con la intención de buscar la cooperación para hacer un gobierno bipartidista capaz de abordar «una nueva era de reformas para luchar contra el despilfarro y el amargo partidismo en Washington para restaurar la confianza en el gobierno.»

«Esperamos trabajar juntos en los días y meses venideros en desafíos críticos como la solución de la crisis financiera, la creación de una economía basada en nuevas formas de energía y la protección de la seguridad de nuestro país». «En este momento decisivo, creemos que los estadounidenses de todos los partidos quieren y necesitan que sus líderes trabajen juntos para cambiar los malos hábitos de Washington y hacer frente a la crisis financiera y otros desafíos urgentes y comunes de nuestro tiempo».

Aunque con ambas cámaras dominadas por los demócratas, Obama no necesita en sentido estricto de los republicanos, sí sabe que con menos de 60 senadores, y tiene sólo 55, no puede impedir que en el Senado el partido minoritario ralentice la aprobación de cualquier reforma.

Obama ha hablado de incluir a republicanos en su Administración y se ha reunido también con Hillary Clinton, su rival dentro del Partido Demócrata, para ofrecerle que sea la próxima Secretaria de Estado.

La superación de las divisiones entre los grandes partidos fue una de las ideas de la campaña de Obama y también es una de las constantes de la actuación del senador Mc. Cain, que tiene un notable historial de promoción de la cooperación entre ambos partidos, republicano y demócrata, guiándose por su criterio y no por las directrices partidarias, lo que le puede ser útil para alcanzar el consenso para impulsar las reformas que quiere poner en marcha.

Abraham Lincoln (1861-1865), inspirador de muchos de los comportamientos de Barack Obama, también incluyó a muchos de sus adversarios en su Gobierno.

En nuestra querida España tenemos en el Gobierno a un líder titubeante que en el interior va a arrastras de los acontecimientos y que en el exterior busca, como un perrillo sin amo, que alguien le adopte y le introduzca en sociedad, en donde, cuando consigue ser invitado a algún evento, se comporta como cualquier recién llegado que no conoce las normas. También tenemos un líder de la Oposición experto en sobrevivir un tiempo largo a base de concentrarse en sobrevivir los próximos diez minutos todo el rato. Entre ambos son incapaces de ponerse de acuerdo porque ninguno está pensando en los ciudadanos a los que deberían servir, sino en sus disputas sin fin sobre cualquier tema de la agenda política.

¡Qué envidia! Aquí somos incapaces de plantear una cosa así.