El blog de Gustavo Mata

Estrategia: Las reglas del juego en los negocios

Autor: Gustavo Mata (página 4 de 88)

ENTUSIASMO

Parece que el entusiasmo es algo propio de la juventud; con los años es más difícil entusiasmarse con nada o con nadie; ¿es inevitable que los años nos lleven a perder la capacidad de entusiasmarnos? Charles Kingsley decía: “Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma”; el gran poeta y escritor nicaragüense Rubén Darío escribió que “lo único que necesitamos para ser realmente felices es algo por lo cual entusiasmarnos”; también Gregorio Marañón recomendaba que “no dejáramos que el entusiasmo se nos apagara nunca”.
Según el diccionario de la RAE, entusiasmo es, en primera acepción: exaltación y fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admire o cautive; y en segunda: adhesión fervorosa que mueve a favorecer una causa o empeño. Prefiero la segunda. El ánimo fogoso no me gusta nada. El entusiasmo es también, según el diccionario de la RAE, en tercera acepción: el furor o arrobamiento de las sibilas -mujeres sabias a quien los antiguos atribuyeron espíritu profético-; en cuarta: la inspiración divina de los profetas; y en quinta: la inspiración fogosa y arrebatada del escritor o del artista, y especialmente del poeta o del orador. Ese furor, esa condición de inspiración divina, de profético arrebato, a mí me resulta repulsiva. Soy un idealista entusiasta, pero abomino de los profetas. Creo que el hombre es dueño de su destino y que los profetas nos han hecho mucho daño; a veces nos obsesionamos con las profecías y éstas, por nuestra obsesión colectiva, y no por otra cosa, se acaban cumpliendo.

ELECCIONES EN PERÚ

El destino de Perú parece ser elegir para la Presidencia de la República entre lo malo y lo peor. Es el efecto perverso de la elección a dos vueltas.
Recuerdo que viví en Lima el final de la campaña electoral anterior en donde debían elegir entre un pésimo conocido: Alán García –un aprista que en su mandato anterior puso a la República al borde del abismo económico y social- y un pésimo por conocer: un Ollanta Humala radical y de matiz claramente chavista.
Luego las segundas partes han sido buenas y no malas y Perú, con una política muy razonable ha mejorado mucho su economía en el mandato de García y mucha gente ha salido de la miseria, aunque la desigualdad siga siendo lacerante y siga habiendo muchísima pobreza extrema.
Ahora la elección era entre un Humala: ahora reconvertido por Lula da Silva al socialismo moderado y, algo alejado de Chaves, y Keiko Fujimori: cuyo padre –ex Presidente de la República- sigue en prisión por los muchos delitos que acumuló como Presidente. Parece un mal sueño. La elección ha sido reñida y Ollanta Humala será el Presidente.
¿Volverán a tener suerte mis amigos peruanos?: Ojalá sea así. ¡Cosas más raras hemos visto!

ILUSIONES

Durante un tiempo, cuando era aún niño, tuve la idea de hacerme cura, cosa que desató el entusiasmo de mi abuela paterna Dña. Pilar García. Un entusiasmo, por otra parte, muy medido; realmente nunca la vi interesada a fondo por casi nada que no fuera hacer novenas, una tras otra. Cuando ya tenía catorce años decidí que esa no era mi vocación y se lo dije a mi abuela. Puso una cara de tremenda decepción y dijo: ¡ Gustavín: ilusión perdida! Aún no le he perdonado el comentario. ¿Soy rencoroso?
Pero ¿qué es una ilusión? La palabra Ilusión viene del latín illūsus, que es el participio de illudĕre, verbo que significa burlar. Y nuestro diccionario de la RAE señala como primera acepción para ilusión: “concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos”. Y algo ilusorio es algo bien engañoso, irreal, ficticio o algo de ningún valor o efecto, nulo. Pero como bien señala Julián Marías en su “Breve tratado de la ilusión” -libro que os recomiendo-, es a partir del romántico siglo XIX cuando la palabra ilusión adquiere nuevos significados, como: “esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo” o “viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc…” señalados como acepciones segunda y tercera por el citado diccionario de la RAE.
Aunque un iluso es alguien “engañado, seducido” o “propenso a ilusionarse, soñador”. Yo, pese a los avatares de la vida y de los años que acumulo, sigo ilusionado con muchas cosas e ilusionándome cada día con cosas nuevas; y no creo que por eso sea un iluso.

FASCINACIÓN

Dice el diccionario de la RAE que fascinación es atracción irresistible. La fascinación también tiene que ver, según el diccionario citado, con la acción de mirar con atención especial a algo o a alguien, no apartar la mirada de lo que nos fascina, observar de ese modo, especialmente atento, las acciones de alguien; mirar es así mismo revisar, registrar, tener en cuenta, atender, pensar, inquirir, buscar, informarse…; y también es cuidar, atender, proteger, amparar o defender a alguien; incluso mirar es tener algo en gran estima, tener mucho amor y complacerse en las gracias o en las acciones de alguien.
Aunque también dice el diccionario que fascinación es alucinación o engaño: claro que mientras uno está fascinado es imposible ver si lo que nos atrae irresistiblemente es una realidad o una alucinación.

¡Y luego hay quien dice que el lenguaje da poco de sí!

LA PRÓXIMA SEMANA, ENTRE EL 28 DE MARZO Y EL 2 DE ABRIL, ESTARÉ EN ECUADOR

Voy a dictar el curso «Management Avanzado para Mercados Globales» en la Universidad de las Américas en Quito, en el programa de postgrado Magister en Dirección de Empresas.

Me encanta viajar a Ecuador en donde ya he tenido la oportunidad de estar varias veces, siempre invitado por la UDLA.

A ver si saco tiempo y os comento cómo veo el país.

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