Nuestro trabajo está basado en la información. Somos lo que Peter Drucker llama trabajadores del conocimiento; para él, “el saber es hoy el único recurso significativo”.

En cada eslabón de las cadenas de valor hay un resultado, que alimenta al eslabón o eslabones siguientes de la cadena, que es, sobre todo, información. Cada uno de nosotros procesa la información que recibe de otros, para entregar información a otros; esa es la esencia de nuestra función.

El conocimiento es, por encima de todo, la capacidad de utilizar eficazmente la información: saber dónde encontrarla, cómo procesarla y cómo conseguir resultados concretos con ella. El reto es cómo conseguir resultado de lo que sabemos. Pero, en las organizaciones, ¿sabemos lo que sabemos?; si supiéramos lo que sabemos, ¿cuánto podríamos mejorar?.

La generación de información crece de forma exponencial: la información externa se duplica cada medio año y, en el seno de la empresa, cada día se generan miles de documentos. El reto de los sistemas está en que cada persona tenga a su alcance, cuando la necesite, la información externa y la información interna relevante para el desempeño eficaz de su función. Que el conocimiento generado por cada uno esté al alcance de todos, que se conserve para ser utilizado cuando sea preciso.

Las tecnologías de la información han puesto a disposición de todos sistemas muy eficaces para la gestión del conocimiento. Internet es el medio en el que la humanidad está almacenando el conocimiento. Un depósito accesible y en el que se puede bajar información con gran rapidez.

Necesitamos sistemas para manejar la información eficazmente. Pero una buena gestión del conocimiento no son sólo sistemas informáticos ágiles y potentes; para gestionar el conocimiento es más importante la actitud de las personas que los sistemas. Hay que propiciar un cambio de actitudes en la forma en que las personas gestionan, usan y comparten la información. Hay que implantar una cultura que propicie la transmisión de la información.