“En el camino de León a La Bañeza, en un casi vallecico oculto, está emplazado Ardoncino. Avanza el camino por la meseta adelante, va hacia el páramo, húndese de pronto, cruza un pueblo, una aldea más bien, alcanza luego otra vez el alto y ya Ardoncino no se ve.”
Así comienza su descripción de Ardoncino Gustavo Fernández Balbuena, mi abuelo materno, a decir de muchos, el mejor Arquitecto de su generación, en el primer artículo publicado en castellano sobre Arquitectura rural: “La Arquitectura humilde de un pueblo del páramo leonés”, que fue inicialmente el texto de una conferencia que leyó en el Ateneo de Madrid y que luego se publicó en el número 38 de “Arquitectura”, revista fundada por él y de la que fue primer Director, en Junio de 1922.
El artículo supuso poner a Ardoncino en la historia; la puesta de largo de un humilde pueblo, que fue conocido desde entonces como un referente en la Arquitectura popular. Realmente Ardoncino es así, como lo describe Gustavo, una bella y breve sorpresa que el monótono camino sobre el páramo leonés depara a quien transita por allí; un lugar verdaderamente singular.
Este fin de semana pasado he estado, por primera vez, en Ardoncino, un pequeño pueblo como digo a menos de 15 Kilómetros de León. No es casual que nunca hubiera estado allí hasta ahora ni tampoco lo es que haya ido allí por primera vez en esta ocasión. Aunque puedo decir que Ardoncino ha estado presente en mí desde antes de que yo tuviera memoria. Al verlo por vez primera, nada me extrañó, era todo como yo sabía que era, sólo faltaba “La casa de arriba”, recientemente derribada, lamentablemente, y no me costó nada cerrar los ojos y verla, como si aún estuviera allí. Esa casa la proyectó y construyó mi abuelo para sí y su familia y era un referente arquitectónico citado por muchos, es una pena que se haya perdido.
Mi madre, Carmina Fernández Balbuena, la hija mayor de Gustavo Fernández Balbuena, amaba tanto Ardoncino y era tal la añoranza que sentía al recordar lo que para ella era un mundo perdido, que decidió no volver más por allí. Ella me hablaba a menudo de Ardoncino y me acabó contagiando su entusiasmo por el lugar y también su reserva para volver al pueblo. Así que yo tenía una cumplida idea de cómo era el lugar, más que cumplida, sin haber estado jamás allí.
Pese a haber estudiado interno en los Jesuitas en León durante mi Bachillerato, pese a haber pasado innumerables veces muy cerca del lugar, camino de mi Asturias natal, viajando desde Madrid, y pese a pensar en Ardoncino cada vez que estuve cerca, nunca me animé a visitarlo por fidelidad a la memoria de mi madre.
¿Por qué he ido ahora? El año pasado, a raíz de publicar en mi blog y en el blog de CEPADE un post sobre Roberto Fernández Balbuena, notable pintor y arquitecto como su hermano Gustavo, también enamorado de Ardoncino, José Ramón Fierro, 2º Teniente Alcalde de Chozas de Abajo, municipio al que pertenece Ardoncino, se puso en contacto conmigo solicitándome información sobre la familia y, más concretamente, sobre Gustavo. José Ramón es un hombre carismático y entrañable; rápidamente ganó mi voluntad de cooperar; no era difícil conseguirlo, la verdad; y menos para alguien como él; intercambiamos varios correos y muchas llamadas telefónicas y, finalmente, hace unos días, me sorprendió con una invitación para la Familia de D. Gustavo Fernández Balbuena del Alcalde Pedáneo de Ardoncino, D. Francisco Javier Martínez Geijo, otro personaje carismático y entrañable; nos invitaban a un acto de homenaje a la familia Fernández Balbuena en el que descubrirían una placa conmemorativa con motivo de la inauguración de una de las entradas a la anteiglesia, una de las construcciones referenciadas por Gustavo Fernández Balbuena en el artículo, antes mencionado.
Mirad, si yo hubiera sido el encargado de hacer un homenaje a mi familia en Ardoncino, no hubiera sido capaz de hacerlo tan maravillosamente bien como lo han hecho ellos. No soy capaz de describir la forma en la que estos leoneses, tan serios y tan recios, pero al tiempo tan calientes y cercanos, han conseguido trasmitirnos a la familia su sincero aprecio, su respeto y su cariño a todos los que pudimos asistir.
En un acto especialmente emotivo, ayer día 22 de Agosto, nos hicieron entrega de una placa conmemorativa cuyo texto reza:

“JUNTA VECINAL DE ARDONCINO
En reconocimiento a la Familia Fernández Balbuena
Por su estancia durante muchos años en la localidad de Ardoncino, dejando en nuestro pueblo una huella imborrable, agradeciéndole la divulgación dada de nuestro pueblo, durante todos estos años”

Estaba presente todo el pueblo. Gracias a todos. Quiero testimoniar especialmente a toda la Corporación Municipal de Chozas de Abajo, en mi nombre y en el de toda la familia Fernández Balbuena, nuestra especial gratitud. Asistió el equipo de Gobierno en pleno: D. Roberto López Luna (Alcalde de Chozas de Abajo), Dña. Gemma Mª Fernández Suárez (Primer Teniente Alcalde), D. José Ramón Fierro Rodríguez (Segundo Teniente Alcalde), D. Laurentino Molero Fierro (Tercer Teniente Alcalde), Dña. Herminia Martínez Martínez (Concejal) y D. Laudino González Rey (Concejal). Nuestro agradecimiento también a Dña. Marisa Álvarez Vallejo del Ayuntamiento de Chozas de Abajo. Gracias a D. José Ramón Ortiz del Cueto, Director del Museo Etnográfico Provincial de León; y gracias también a la Diputación Provincial y al Instituto Leonés de Cultura.
En el mismo acto, presentaban el Pendón que han rescatado y restaurado este año. La verdad es que están haciendo lo posible y lo imposible por devolverle a Ardoncino su historia y sentar las bases para que Ardoncino perviva.
Para devolverles algo de lo mucho que nos regalaron ayer, he escrito unas páginas sobre la relación de la familia con Ardoncino, con la humilde intención de contribuir a refrescar un poco más la memoria histórica del lugar.