Dice el diccionario de la Real Academia Española de aldea que es una palabra que proviene del árabe hispánico aḍḍáy‘a, y ésta del árabe cásico ay‘ah y que significa: pueblo de corto vecindario y, por lo común, sin jurisdicción propia. Para aldeano presenta como tercera acepción: inculto, rústico.

Yo creo que la palabra aldea tiene también un origen vasco. El castellano es un latín muy influido por la lengua vasca -original lengua ibérica en el norte-centro peninsular- además de por el árabe. Aldea querría decir en vasco una parte. Y esa interpretación mía me resulta muy sugerente. Los aldeanos sólo ven una parte, la de su escueto terruño; lo demás es “el extranjero”. Lo bueno es lo nuestro, lo malo lo demás.

Yo creo que en España, a veces, más de las aconsejables, somos muy aldeanos, paletos, incultos, catetos, palurdos, estrechos de miras, que sólo pensamos en “lo nuestro” –lo de unos pocos: mi aldea, mi parte-, por encima de lo nuestro -lo de todos-.

Me vienen a la mente estos pensamientos cuando veo la tendencia que la inevitable fusión entre cajas de ahorro -ojalá desaparecieran todas fusionadas en un banco nacional público que es lo razonable para dar solución a ese anacronismo que son las cajas de ahorros- se está planteando ahora por autonomías. Todo para que los políticos locales, que no saben nada de banca –creo que sin excepciones- y hasta, en algunos casos, los canónigos y los obispos y algún que otro fraile –que tampoco tienen ni idea de banca- tengan en qué entretenerse, qué manipular, en dónde ejercer su poder aldeano sobre sus taifas locales.

Mientras la banca española salta fronteras y se instala en el mundo global como escenario, estos políticos de tres al cuarto, que son políticos porque no valen para otra cosa, y esos pocos curas, que mejor estarían ocupándose de las almas de sus parroquianos que ocupándose de sus dineros, se dedican a poner trabas a las fusiones para que no traspasen las “fronteras” de sus autonomías.

Todos: PP, PSOE, partidos autonómicos, están en ese juego. Todos saben que las Cajas para sobrevivir deben entrar en un proceso de fusiones, que debería ser rápido para aprovechar la coyuntura y sus ayudas, pero se resisten a perder sus privilegios aldeanos. Critican los de cada partido a los partidos que gobiernan en otras autonomías; y los de las otras a los de las unas; pero nadie hace lo que debe.

A ver si una vez más se va a dar en el proceso de fusiones de Cajas lo de que “entre todos la mataron y ella sola se murió”.