Harold Hotelling, en un famoso artículo escrito en 1929 (Stability in competition, The Economic Journal, nº 29, páginas 41 a 57), se planteó el problema de la localización idónea de dos vendedores de perritos calientes a lo largo de una playa en la que la densidad de bañistas por cada unidad de longitud del litoral fuera constante. Imaginemos una playa de un kilómetro de longitud; si hubiera un solo vendedor de perritos calientes en la playa, la localización más eficiente, desde el punto de vista económico, sería en el centro de la playa; de esta manera se minimizarían los desplazamientos de los bañistas que desearan comprar un perrito caliente, que sería como máximo de medio kilómetro para los que estuvieran más distantes. Eso sería lo que, razonablemente, haría el vendedor: situarse en el centro de la playa. Pero si hubiera dos vendedores, lo más eficiente sería que cada uno atendiera a una mitad de la playa, situándose, cada uno de ellos, en el medio de su mitad: uno de ellos estaría a un cuarto de kilómetro del centro de la playa, hacia un lado, y el otro a otro cuarto de kilómetro del centro de la playa hacia el otro lado. De esta manera se minimizarían los desplazamientos de los bañistas: cada uno atendería a media playa. El desplazamiento medio bajaría a la mitad que en el caso de que sólo hubiera un vendedor y el máximo desplazamiento sería ahora de un cuarto de kilómetro. Pero esto es seguro que no ocurrirá, no se situarían ahí puesto que cada uno de ellos sabe que si se desplazara hacia el centro de la playa conservaría los clientes de su lado, seguro, y resultaría más atractivo para algunos de los otros, parte de los que en principio preferían ser atendidos por su competidor. Como el otro sabe lo mismo, la solución es que ambos vendedores se situarían en el medio de la playa, juntos, lo que, pese a su lógica competitiva, no es eficiente desde el punto de vista económico, puesto que aumenta el desplazamiento medio de los bañistas que deseen abastecerse. Esta vez la mano invisible de Adam Smith, que haría que si cada individuo buscase su propio bien todos encontrarían el bienestar colectivo, no resuelve el problema de forma eficiente. Su tendencia a maximizar su propio beneficio no produce el beneficio colectivo.

Este problema de Hotelling inspiró a Robert Frank (Microeconomics and behavior) para ilustrar la tendencia que los partidos políticos, demócrata y republicano, mayoritarios en los EEUU, tienen de presentar candidatos centrados, puesto que cada vez que uno de los partidos presenta un candidato excesivamente derechista o excesivamente izquierdista, si el otro mantiene un candidato centrado, es él quien gana las elecciones. La solución para ambos es obvia: presentar candidatos tan centrados como sea posible.

Pues bien, cuando una parte sustancial del espectro político se reparte entre dos partidos mayoritarios, como también ocurre en España, la ventaja suele corresponder al que presenta candidaturas y propuestas más centradas, sobre todo si el candidato del otro partido se radicaliza.

¿Qué clase de política ha estado siguiendo el PP? ¿Es que pretendía perder las elecciones? Si al final de la legislatura el Presidente Rodríguez Zapatero y su partido centraron más su mensaje; si no pusieron tanto énfasis como pusieron al principio de la legislatura en las políticas que puedan resultar más radicales para los electores en lo social, y si han mantenido una relativa ortodoxia en su política económica, ¿qué es lo que le tocaba al PP?: cualquier cosa menos radicalizarse. Es claro, de esa manera, cada vez tiene más fidelizada a su parroquia radical derechista, lo que parece que le hace muy feliz, pero eso le deja el territorio del centro franco a su oponente político.

¿Qué va a hacer ahora Mariano Rajoy? No lo sabe ni él. Hasta ahora lo único que parece haber guiado, más que sus actos, su falta de actuación, es esperar a ver qué pasa y luego reaccionar, pero claro, con esa forma de no hacer: ¡siempre se le pasa el arroz!

La única salida para el PP sería moderar el mensaje, pero es difícil que ahora se salga de esa tendencia. El país lo necesita pero Mariano amagará con que parece que hace algo para ver qué pasa y luego hacer lo contrario, independientemente de lo que pase.

¡Ay!

Gustavo Mata Fernández- Balbuena