¿Se opusieron las dos formas de ver la economía y la situación actual de la misma -desde la izquierda y desde la derecha- en el “¿debate?” que se suscitó con la comparecencia “¿a petición propia?” del Presidente del Gobierno, ayer?

¿A qué ha venido usted aquí? le espetó Rajoy a Zapatero, poniendo cara de feroz enfado. Oportuna pregunta que podría haber sido contestada por el Presidente, con la expresión seráfica que luce hasta cuando se enfada, preguntando lo mismo ¿Y a qué ha venido usted? Nadie supo a qué venían: ¡a dar la cara y dar confianza le dijo Zapatero! ¿Quién aumentó su confianza ayer?. Qué propuso Rajoy: ¡alguna culpa tendrá usted! Y el Presidente le dice: ¡usted sólo viene aquí por motivos e intereses partidistas! Y así…

Lamentable espectáculo el que nos dieron Gobierno y Oposición, más lamentable que espectáculo, pues deprimen a todos y aburren hasta a las piedras, ¿Es que ninguno de los dos partidos tiene a nadie capaz de mantener un debate de altura sobre la situación, sus causas y las posibles medidas a tomar, aunque sean sólo medidas de cuidados paliativos a la vista de que la gravedad del enfermo no permite hacer nada o casi nada?

Lo curioso es que desde el Gobierno socialista se hace una política cuasi neo liberal con ribetes socialdemócratas que es apoyada por la Oposición derechista con especial énfasis cuando las medidas sociales son más populistas. Durante doce años con viento a favor y sin que nadie planteara una oposición que mereciera tal nombre en la forma de conducir la economía – ocho de Aznar y cuatro de Zapatero – se ha mantenido la misma política económica,. Ahora, que nos enfrentamos a una tormenta seria con viento de cara – de origen exógeno pero que nos afecta de modo especial por nuestro modelo de crecimiento basado en el crédito y, en parte importante, en el ladrillo, la oposición busca que alguien tenga la culpa de algo de lo que ocurre y el Gobierno practica el “dontancredismo” político con especial acierto (Don Tancredo era un torero cómico, más antiguo que yo, que se quedaba quieto, muy quieto, en medio del ruedo y conseguía así que el toro o la vaquilla le ignorara).