“Nunca digas de esta agua no beberé, ni este cura no es mi padre”, decía un dicho popular, basado en un antiguo refrán, modificado por algún castizo, a la vista del comportamiento sexual, poco acorde con su prédica, de muchos clérigos. Hace mucho que no lo oigo, pero me viene a la cabeza con el escándalo que se ha desatado en Paraguay por las denuncias a Fernando Lugo, a quien denuncian muchas mujeres, solicitando que reconozca la paternidad de varias criaturas, una de las cuales, la de la primera denuncia, ya ha reconocido. Pero otras dos mujeres -Benita Leguizamón y Damiana Morán- aseguran que tienen hijos del este prestigioso semental que otrora fue obispo de San Pedro y ahora es el jefe de Estado paraguayo.

Lugo, es aún cura, y obispo – eso no se deja nunca de ser, porque el sacramento del orden imprime carácter- y parece que también es ligero de bragueta –eso tampoco se deja de ser, así como así; la cabra siempre tira al monte- pero ahora es el Presidente de su país. Entre los presidentes latinoamericanos es bastante usual tener hijos secretos que acaban saliendo a la luz –Lula, Alan Pérez- pero no abundan, entre los Presidentes, ni los obispos ni los curas, aunque alguno ha habido. Y es menos usual la condición múltiple: cura, obispo, padre irresponsable y presidente del país; eso es un record.

«Soy un ser humano y por tanto nada humano me es ajeno», afirmó el presidente. Lugo es un gran admirador de la Teología de la Liberación -espero que no de la liberación sexual, que no tiene fundamentación teológica-. Claro que los buenos teólogos son capaces de demostrar la existencia de Dios y su inexistencia, si son realmente brillantes. A mí tampoco me es ajeno nada humano, pero ni tengo hijos secretos, ni soy cura, ni soy obispo, ni soy político. O soy yo raro, o este cura-obispo-presidente tiene un morro que se lo pisa. ¡Demasiado humano todo!

Y el Papa sin recomendar el uso del preservativo. Tal vez estos casos de obispos ligeros de bragueta le lleven a reconsiderar su actitud. ¡No hay mal que por bien no venga! No perdamos la esperanza.