En un momento como éste de caída dramática de la inversión privada, especialmente en vivienda, se hace imprescindible compensarla con inversión pública, especialmente en infraestructuras. Eso es de cajón y lo sabemos todos. En consecuencia, en febrero pasado, el Presidente del Gobierno “ordenó” acelerar la licitación de obras públicas en España. ¿A quién se lo ordenó? No está claro; o al menos no está nada claro que le hayan hecho caso alguno aquellos a los que se lo ordenó; debe mandar poco; ved sino las cifras: de Enero a Octubre la licitación del Ministerio de Fomento ha caído mucho; es sólo dos terceras partes de lo que fue el año anterior; o sea una caída de más del 33%. Por su parte la licitación del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, ha bajado a la mitad de lo licitado el año anterior.

¿Es esto coherencia? Yo no creo que pretendan engañarnos lo que pienso es que les falta entender la situación y no saben bien lo que hacen ni lo que deben hacer. No saben lo que pasa y no se atreven a meterle mano al problema. Lo único que hacen es estar pendientes de lo que hacen otros países y tratar de no perder el paso. Claro que eso no pasa sólo aquí. Parece que todos y cada uno de los políticos esperan a que otro haga algo y entonces todos se precipitan a copiarlo o a emularlo.

Tampoco en otros niveles de la administración la situación de la inversión es la adecuada: las Comunidades Autónomas han invertido más o menos lo mismo y los Ayuntamientos han bajado el 10 % su inversión.

Me siento poco gobernado.