Llevamos unos días muy alborotados, en los mentideros políticos y mediáticos, por la significativa presencia de ministras en el nuevo gobierno de Zapatero.

Algunos misóginos impresentables se escandalizan de que hayan llegado al gobierno tantas mujeres y, para argumentar su prejuicio, muchos dicen que además algunas son tan jóvenes que no podrían lógicamente haber llegado ahí si hubieran sido hombres y que la única razón de haberlo logrado es su condición femenina; otros intentan descalificar que una de ellas es andaluza y experta en flamenco, ¡menos mal que es muy mona y decora mucho!; qué decir de los que se escandalizan de que la Ministra de Defensa sea una mujer – se dieron cuenta de que no necesita gritar ella tanto para que le conteste la tropa con el ¡viva España! y ¡viva el Rey tan fuerte como siempre! – ¡y encima embarazada! ¡y por si fuera poco catalana! ¡menos mal que casi tiene cuarenta años!, al menos es madura. ¿O no vale eso porque no se le nota tanto al edad? Lo peor ha sido los de Berlusconi con sus comentarios sobre el color rosa del gobierno y los problemas que le van a dar a Zapatero tantas mujeres. ¡Vaya personaje!

A mí no me parece que el gobierno sea una maravilla, no me termina de gustar el Presidente Zapatero, aunque Rajoy me parece penoso y por eso aquel resiste mucho mejor la comparación; algunos ministros me gustan, como la Vicepresidenta de la Vega y el Vicepresidente Solbes, otros no me gustan, como el Ministro de Justicia o la Ministra de Fomento, a los nuevos no les conozco de nada, pero no se me ocurre pensar en descalificar a nadie por ser mujer, o por ser andaluz, valenciano, ¡ni siquiera por ser catalán o vasco!, y eso que yo soy asturiano y estoy, por tanto, por encima del bien y del mal, como todo el mundo sabe que nos pasa a todos los asturianos, incluidas las asturianas. ¡Qué tontería!

¿No se han dado cuenta todavía estos señores de que cualquier tipo de discriminación basada en la edad, el sexo, la procedencia geográfica, el colegio dónde se estudió, cómo se apellida uno o la clase social a la que se pertenezca es un atentado a la eficacia de las organizaciones? No ven que cada vez que al no otorgar a todo el mundo las oportunidades que su talento merece, desperdiciamos inteligencia y capacidad y todos perdemos muchísimo.

Yo veo cada día gente joven capacitadísima, ellas frecuentemente mejor preparadas que ellos y más brillantes en cuanto a su potencial de desempeño de puestos de responsabilidad. Y son de todos las procedencias. Muchos de ellos son latinoamericanos: peruanos brillantísimos, colombianos con un rendimiento académico espectacular, argentinos que no responden a los estereotipos al uso, mexicanos muy competentes, eslovenos y búlgaros fantásticos…

Y qué decir de la edad. Ya voy peinando canas y reconozco que mi mejor momento profesional fue cuando tenía treinta y tres años; a partir de ahí no he crecido casi nada más que en edad. ¿Por qué no damos más paso a la gente joven en los puestos de responsabilidad?

En fin que a mí me parece que la igualdad va a mejorar la productividad en todos los sitios en donde se fuerce a que haya más mujeres y más jóvenes en todos los niveles de responsabilidad. No es fácil pensar que la actual cuota de representación de las mujeres sea la lógica dado su talento y preparación . Lo mismo digo de los jóvenes que están esperando impacientes a tener la oportunidad de dirigir y de los demás talentosos desprovechados por pertenecer a cualquier colectivo discriminado.