Dice la prensa de hoy que Ryanair es ya la segunda aerolínea de España. Y eso no es todo, prevén superar a Iberia en sólo tres años. Mientras tanto en Iberia muestran displicencia ante la amenaza que supone en el mercado doméstico español Ryanair. Ya se sabe: los dioses confunden a los que quieren perder.

¡Cuánta arrogancia y cuánta estulticia! Creen que con su filial Air Nostrum y su participada Vueling pueden hacer frente a la expansión de Ryanair. ¡Ni de broma!

¿Qué haría falta para que Iberia pudiera competir con Ryanair?: una revolución cultural. ¿Os imagináis a los pilotos, a las tripulaciones y al personal de tierra de Iberia haciendo lo que hacen los de Ryanair para fomentar que los aviones estén siempre en vuelo, que los tiempos en tierra sean mínimos, que todos los costes operativos bajen, etc.? Yo no.

Los directivos de Iberia tampoco parece que estén a la altura del reto. Tampoco los del resto de compañías que operan el mercado doméstico. En el primer trimestre de 2009 Spanair ha perdido un 36% de pasajeros frente al mismo periodo del año anterior, Iberia 22,6% y Air Europa 18%. Ryanair crece un 10,6%.

El modelo de las low cost es aparentemente fácil de copiar pero los prejuicios culturales impiden a las compañías tradicionales adaptarse al reto que éstas les plantean. Muchas ya han desaparecido y otras van camino de ello. La historia se repite. Lo mismo pasa en otros sectores de actividad. Las grandes compañías mueren de éxito – del éxito pasado, claro – porque no se enteran de que el éxito en el pasado no garantiza el éxito en el futuro; casi es la antesala del fracaso para todo aquel que se lo cree. Así suele ser y así va a seguir siendo, ¡y puede que no sea tan malo!