Hoy nos desayunamos con una sobredosis de crisis. La inflación en el 5%, Sebastián ya habla de recesión, Zapatero de crisis, el consumo de cemento bajará casi en un 20 % en el año, la bolsa baja, la morosidad ya llega al 2 % y se prevé que crezca hasta el 4 %, etc., sube el paro dramáticamente, cierran pymes, etc.

Ahora que todo el mundo dice que esta crisis nos va a afectar más que a nadie y que vamos a tardar más de lo previsto en salir de ella, yo me atrevo a decir que no va a ser así. Anotadlo, para que conste, el ajuste va ser duro y largo, pero vamos a salir antes y mejor de la crisis de lo que prevén todos estos sesudos profetas, y pseudocientíficos agoreros de la catástrofe.

En Agosto pasado anuncié la que se nos venía encima y me llamaron pesimista, ahora ¿qué me llamarán?

¿Por qué pienso que saldremos y que saldremos antes de lo previsto?

Primero porque lo que pasa es natural y lógico que esté ocurriendo: llevamos 13 años de vacas gordas -gordísimas-, con un crecimiento espectacular; ¿cómo no vamos a tener períodos de corrección? Está en la naturaleza de las cosas. Hay crisis porque estamos en la parte mala del ciclo. Pero no tiene por qué ser muy larga. Hemos aprendido mucho de las crisis y de cómo manejarlas a nivel global. Se está notando en el manejo de ésta. Estamos en el área euro. No será tan larga como otras.

Segundo porque la crisis es sobre todo financiera y nuestro sistema financiero está apenas contaminado por la crisis de las subprime . Nosotros, en España, no estamos tan afectados porque éramos más tomadores de dinero que prestamistas. La crisis la tienen los que prestaron sin garantías y los que compraron derivados relacionados con esas deudas de baja calidad. El tema sigue aflorando pérdidas y va a cumplirse un año del estallido. Seguirá aflorando más aún, pero, insisto, nosotros éramos acreedores y eso nos ha dejado bastante al margen del efecto primero, aunque no de los efectos “colaterales”.

Tercero porque aunque la crisis sea en una parte importante inmobiliaria, en nuestro caso la burbuja inmobiliaria y su estallido no es cómo los demás estallidos de burbujas inmobiliarias, por ejemplo el de EEUU o de Inglaterra. Ciertamente la presión de la demanda de pisos -la tradicional forma de ahorro de los españoles; que no va a cambiar de la noche a la mañana- muy acrecentada por la inmigración -que no cesa ni con la crisis, y que son gente curtida en pasarlas canutas, además de que uno de cada cuatro de ellos es un emprendedor y con esos no hay crisis que pueda- junto con la demanda de viviendas de las zonas turísticas alentadas porque muchos europeos deciden pasar sus años de jubilados al sol, junto al abaratamiento del crédito y el aumento de los plazos de devolución propició una escalada de precios sin precedentes de la vivienda; ésta fue aprovechada por los ayuntamientos y los partidos que los sustentan para encarecer el suelo disponible, que ellos controlan, y por muchos tipos de especuladores para entrar en el jugoso mercado de la compraventa. Ahora todo se colapsó atrapando a muchos de éstos, los especuladores. Pero la demanda sigue ahí latente, parcialmente oculta, porque todo el mundo espera a ver qué pasa con los precios. Uno compra cuando el precio le conviene y cuando no espera que el precio baje, en cuanto que se empiece a vislumbrar el fondo de la bajada de precios previsible empezará a moverse el mercado y en cuanto empiece a moverse se moverá de golpe al alza. Los precios estaban inflados sí, pero no tanto como en otros mercados y la demanda aflorará en cuanto haya algo más de confianza. El mercado inmobiliario en España no se va a derrumbar para siempre. La oferta ya se ha ajustado con el parón y la demanda está ahí, esperando, agazapada. Se moverá.

Cuarto, porque la escalada de los precios del petróleo tiene que detenerse. No puede seguir. En cuanto China e India se vean afectadas por la inflación y necesiten modular su crecimiento el precio del petróleo bajará. Pero España debería aprender la lección de esta crisis. Nuestra inflación estructural no se va a corregir a menos que disminuyamos drásticamente nuestra dependencia del petróleo y eso es imposible corregirlo a corto plazo. Esa es la mayor espada de Damócles que pende sobre nuestra economía.

Quinto, porque el déficit público que se va a producir no será dramático si el Gobierno sabe reaccionar -cosa que, hasta ahora, es como para dudar, pero a la fuerza ahorcan-, las cuentas públicas españolas están muy saneadas. Lástima de 400 euros. ¡Vaya imbecilidad!

Sexto, porque el incremento del paro, que va a ser fuerte, se va a digerir razonablemente bien. Siempre ha sido así en España y con el añadido de que una parte importante de la población es inmigrante se digerirá mejor aún. Son más flexibles en su conjunto que la población autóctona.

Séptimo, el déficit por cuenta corriente es más grave y parece difícil de arreglar, aunque estando dentro del área euro la solución y el problema se limita a que a título individual o de empresas, en conjunto, no sigamos endeudándonos o que lo consigamos pese a la situación, porque estemos invirtiendo adecuadamente esa deuda y la banca nos preste.Y si no, a ajustarse.

Octavo, el problema de verdad es que debemos mejorar mucho la productividad. Habría que favorecer la inversión en bienes de equipo, ese sí que es un punto crítico. Y en educación; eso es crítico también. Por otra parte muchas actividades de baja productividad son las que están siendo afectadas por la crisis y se están corrigiendo solas. Lo que hace falta es mejorar en todos los frentes de la flexibilidad y deprisa; os recuerdo: somos el 38º en facilidad para abrir un negocio, el 118º en manejo de licencias, el 154º en facilidades para contratar trabajadores, el 42º en facilidades para registrar propiedades, el 13º en facilidades para conseguir créditos, el 83º en protección de inversores, el 93º en complejidad y carga del sistema impositivo, el 47º en facilidades para el comercio transfronterizo, el 55º en garantías del cumplimiento real de los contratos, el 17º en facilidades para cerrar una empresa. En eso hay que trabajar con firmeza y deprisa pese a quien pese –habrá muchas resistencias que vencer-. ¡Que se apliquen el Gobierno, los Sindicatos, la Patronal y los Diputados! ¡A trabajar qué para eso os pagamos!

La bolsa bajará por lo menos hasta 11000 pronto, luego se sostendrá en ese fondo un tiempo y se estrechará el mercado y de pronto, unos meses después empezará a tirar hacia arriba.

¿Y cuándo ocurrirá todo esto? En el año 2010, a mediados. No falta mucho. Entretanto abróchense los cinturones.

Muchos de vosotros no habéis visto nada de esto. Sólo los que tengáis más de 15 años de experiencia os podéis acordar de la última crisis. Pero se pasan todas, y esta también,

¡Ánimo que nunca llovió que no parara! ¡Y lo dicen en mi pueblo que es uno de los sitios de España en que más llueve!