En este blog he defendido que los tipos de interés nunca deberían haber bajado hasta donde están. Cierto que estando tan bajos ayudan a los gobiernos a financiar sus déficits y a los particulares y empresas a sobrellevar la crisis. Tan cierto como que estos ultimos, los tipos bajos, han sido los que han llevado, entre otras causas, a esta situación.

¿Es conveniente quitarse la resaca con un copazo? Sienta bien después de una noche de juerga tomarse una copa para matar el gusanillo. Desde el popular aguardiente hasta el sofisticado Bloody Mary han sido profusamente utilizados por los dispsómanos al efecto; pero, ¡justo antes de caer definitivamente en el alcoholismo!

¿Nos os ayudan de verdad los tipos tan bajos? Pienso que no. Ahora un estudio de la Reserva Federal de EE UU maneja emplear tipos de interés negativos para contrarrestar la recesión y el desempleo.

El dinero, poco o mucho, a los que tenemos algo, nos quema en las manos, y no sabemos en donde meterlo. No parece mala forma de animarnos a invertirlo en algo saber que en el banco nos darían al cabo de un año menos dinero que el que hubiéramos depositado. Pero, ¿tiene sentido?

Según la regla de Taylor, una complicada fórmula que algunos bancos centrales aplican, que relaciona los tipos de interés con la inflación y el nivel de actividad, ahora sería recomendable aplicar tipos negativos. Según cálculos de Paul Krugman, los tipos de interés, aplicando esta regla, deberían estar en -6 puntos. Por invertir los bancos nos pagarían dinero y en lugar de devolver el préstamo deberíamos hacer todo lo posible por alargar los plazos, eternamente, y por endeudarnos más y más, sin límite alguno.

¿Con deflación y con caídas del PIB qué tipos se deberían aplicar según esta loca regla?

¡Ay Dios!