En Portugal un presunto es un jamón. En España un chorizo es un presunto, al menos hasta que un juez le condene en firme. Y como tenemos un sistema muy garantista, hasta que no se ha recurrido todas las veces que el sistema permite recurrir el chorizo no deja de ser presunto. ¡Qué le vamos a hacer! Y el desfile de políticos y empresarios por los juzgados no cesa. Y casi nadie dimite.

Me encantaría que hubiera tolerancia cero con los sinvergüenzas. Con más frecuencia de la deseable saltan a los medios de comunicación noticias que ponen de manifiesto conductas irregulares por no decir claramente delictivas en gestores públicos y gestores de empresas privadas, que tiene carácter público por lo atomizado y anónimo de su accionariado, o por que prestan en régimen de oligopolio promovido por el estado determinados servicios básicos, o por ambas cosas. En algunos casos, ya digo, con relativa frecuencia, estos gestores se olvidan de servir al interés colectivo y se dedican a servir su propio interés, es decir a engordar su patrimonio a costa de todos o, al menos, a costa de muchos a los que deberían servir. ¡Presuntamente! (Casi se me olvida)

Cuando eso ocurre con políticos de izquierdas la reacción del partido suele ser más rápida y el rechazo social y sus consecuencias en las urnas más evidentes que cuando se trata de políticos de derechas; entonces la reacción suele ser lenta, premiosa, dubitativa y el rechazo social y sus consecuencias electorales mucho menor, sino despreciable. Pero cuando el comportamiento es el de un directivo de una empresa el rechazo tiende a cero. Son pícaros, más que delincuentes; la picaresca es algo tan nuestro… Tolerar esto es uno de los vicios nacionales. Nos falta sentimiento colectivo, conciencia de grupo. Sino no lo entiendo.

Hasta que aprendamos a mostrar rechazo total a todos estos comportamientos no vamos a progresar socialmente. Como suelo repetir a menudo, la correlación entre ética, transparencia y respeto a las normas de una sociedad y su desarrollo económico y social es 1. Tomemos conciencia de ello y rechacemos con energía a los golfos y a sus golferías.