Tomado del Lazarillo de Tormes, del episodio de las uvas. El ciego le dice a Lázaro:

«Agora quiero yo usar contigo de una liberalidad, y es que ambos comamos este racimo de uvas, y que hayas del tanta parte como yo. Partillo hemos desta manera: tú picarás una vez y yo otra; con tal que me prometas no tomar cada vez más de una uva, yo haré lo mesmo hasta que lo acabemos, y desta suerte no habrá engaño».

Hecho ansí el concierto, comenzamos; mas luego, al segundo lance, el traidor mudó de propósito y comenzó a tomar de dos en dos, considerando que yo debería hacer lo mismo. Como vi que él quebraba la postura, no me contenté ir a la par con él, más aun pasaba adelante: dos a dos, y tres a tres, y como podía las comía. Acabado el racimo, estuvo un poco con el escobajo en la mano y meneando la cabeza dijo:

«Lázaro, engañado me has: juraré yo a Dios que has tu comido las uvas tres a tres. No comí -dije yo-mas, ¿por qué sospecháis eso?»

Respondió el sagacisimo ciego:

«¿Sabes en que veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas.»

Estoy obsesionado con nuestra falta de respuesta indignada frente a la marea de corrupción que nos inunda. ¿Por qué no reaccionamos?

Se me llena la cabeza de preguntas: ¿Los políticos de uno y otro signo no reaccionan ante la corrupción de los de signo otro y uno como deberían porque son también corruptos? ¿La sociedad civil tampoco porque la corrupción también está instalada en la sociedad civil? ¿Todos pensamos que el que puede, se lo lleva? ¿Es que si nosotros si nos lo pudiéramos llevar seríamos también corruptos?

¿Será que estamos cerca de que no se pueda encontrar en toda España un sólo justo? No puede ser eso.

¡Los honestos no nos podemos callar ante la golfería rampante que amenaza a toda la sociedad!