Dice Almunia, Comisario Europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, en una entrevista concedida al diario italiano «La Stampa», hablando de la crisis, que observa «síntomas mejores respecto a hace tres meses”

Me pregunto yo qué será un síntoma mejor.

Dice la Real Academia:

síntoma.

(Del lat. symptōma, y este del gr. σύμπτωμα).

1. m. Med. Fenómeno revelador de una enfermedad.

2. m. Señal, indicio de algo que está sucediendo o va a suceder.

Un síntoma mejor sería, en la primera acepción de la Academia un fenómeno revelador de una enfermedad que se observa con más claridad, un síntoma mejor sería un síntoma más claro. Según la segunda acepción sería un indicio también más claro, más evidente, de que algo está sucediendo o va a suceder.

¿Será que hasta ahora no entendía qué está pasando y que ahora empieza a entenderlo?: No.

Por lo que dice a continuación se ve que no es eso. Los síntomas mejores son que: “algunos bancos han anunciado resultados más favorables de lo esperado, el mercado de la liquidez va un poco mejor y el compromiso de los gobiernos con los trabajadores públicos comenzará a dar frutos pronto”.

Lo que tal vez quiere decir Almunia es lo contrario de lo que dice, es decir, que los síntomas de la enfermedad se desdibujan, no son tan claros como eran, que hay señales de mejora. Pero no se atreve a decirlo tan claro, o no sabe.

Luego añade: “aunque «todas las previsiones prometen un crecimiento negativo en Europa para este año y una situación muy incierta en sectores de arrastre como la industria, la construcción y los servicios”. ¿En qué quedamos?

O sea que el Sr. Almunia, aunque es economista, es sobre todo un político y por lo tanto no quiere hablar claro. ¿O no puede?

El problema en esta crisis, como en todas, pero en esta aún más, es que nadie sabe cómo vamos a salir de ella. Es algo nuevo, es la primera crisis global; nadie sabe realmente nada. Cómo entramos ya hay quien se atreve a explicarlo, pero sobre cómo y cuándo vamos a salir no hay forma de oir nada que sea preciso ni consistente.

Ya se sabe, muchos explican las cosas una vez que han ocurrido. Pero casi nadie se atreve a hacer de profeta y los pocos que se atreven se equivocan mucho.