El blog de Gustavo Mata

Estrategia: Las reglas del juego en los negocios

Categoría: Reflexiones personales (página 7 de 8)

DOBLE MORAL

Hoy me llaman la atención dos noticias que presentan un acusado contraste y que abundan en lo que os comentaba en mi post de ayer sobre la RSC.

Una dice RSC: Siemens creará un Comité de RSC para fomentar «nuevas acciones responsables».

La otra dice: Un ex-directivo de Siemens  admite que tenía una «caja negra» para sobornos.

La RSC no es un adorno «caritativo» para las empresas que pretenden hacerse perdonar sus prácticas inadmisibles. La RSC es hacer honor al compromiso que las empresas tienen que tener con sus clientes, con sus accionistas, con sus trabajadores, con sus cuadros, con sus proveeedores, con sus financiadores, etc., y con la sociedad en la que actúan; ese compromiso se debe explicitar, y eso es la misión de las empresa.

La misión de Siemens dicen ellos que es esta:

Creamos valor para nuestros clientes brindándoles servicios de tecnología de información y comunicación. Logramos esto a través de la creatividad y el compromiso de nuestros colaboradores quienes ofrecen soluciones innovadoras para satisfacer las necesidades actuales y futuras de nuestros clientes.
En Siemens, cumplimos con nuestras promesas.

No dicen nada de que crecerían logrando contratos a base de sobornar y que para eso crearían una caja negra.

Ojalá que esto de los sobornos que le achacan a esa compañía sea mentira. Pero me temo que no será así.

Gustavo Mata

TELEFÓNICA: ¿REFUGIO PARA POLÍTICOS AMORTIZADOS?

Leemos hoy en la prensa que Eduardo Zaplana – algunos profetas ya le llamaban estos días Ex-duardo Zaplana -, sale del Congreso – oportunamente, en mismo día en el que Rajoy anunciaba reparto de cargos entre sus inquietas huestes del Congreso – y que aterriza suave y dulcemente en la ex compañía pública Telefónica. Todo muy ex.

D. Eduardo, “como ave precursora de primavera”, aparece no en Madrid, como la violetera: ¡cómpreme usted este ramito p´a lucirlo en el ojal!, si no, dicen, en Europa, entre Madrid y Bruselas – o sea: volando voy, volando vengo, por el camino yo me entretengo -. Claro que también dicen que el fichaje es porque el Sr. Zaplana es un buen interlocutor del Sr. Berlusconni y del Sr. Maroni, a los que conoce mucho y con los que tiene, como dicen ahora, “buen rollo” – ¿Dios los cría y ellos se juntan? -. Y como Telefónica tiene intereses futuros en Italia…, o sea que D. Eduardo tendrá que volar también a menudo a Roma. ¡Vaya tarea! Claro que 600.000 euros como retribución está bien. Es aproximadamente diez veces más de lo que ganaba hasta ahora.

Sabemos que es mentira que D. Eduardo Zaplana dijera, como alguien le atribuyó falsamente -¡qué malediciencia!, ¡cómo es la gente! -, que estaba en política para forrarse. Ahora sí podría decir, si le pluguiera – justificado estaría si lo hiciera – que se va de la política para forrarse; aunque tal vez su tradicional prudencia le lleve a no decir nada parecido.

Menos mal que en Agosto de 2007 vendí mis acciones de Telefónica y menos mal que esto ha pasado después de la Junta, sino igual le hubiera hecho una pregunta a D. Cesar Alierta al respecto.

Claro que llueve sobre mojado. También aterrizaron en Telefónica otros ex – políticos: D. Alberto Timmermans – ex jefe de Gabinete del ex Presidente Aznar – fichado como Delegado en USA y ahora Coordinador del área de la Secretaría General Técnica -, D. Carlos López Blanco – ex Secretario de Estado de Telecomunicaciones con Aznar – fichado para la delegación en Bruselas.

Pero no sólo son PPeros los acogidos por Telefónica, también D. Javier de Paz -socialista, ex Director General de Comercio y ex Secretario de las Juventudes Socialistas – está en el Consejo de Telefónica, seguro que dando buenos consejos a D. Cesar, como corresponde a su cargo, entre otros.

A mí este tipo de noticias me parecen verdaderas obscenidades. ¡Qué le vamos a hacer! Ya sé que es legal, pero, como diría mi abuela, está feo. Me paso la vida diciendo que la ética está basada en el respeto a los demás, pero ¿y el respeto que nos debemos a nosotros mismos?, ¿no cuenta para nada? ¿Es que esos señores se lo han perdido?

Que quede constancia de mi desprecio personal – respetuoso desprecio, pero desprecio – por todas estas actitudes, que no me parecen de recibo.

¡Que no se me moleste nadie! Al fin, desprecio es, etimológicamente, sólo falta de aprecio. No me gustan y por eso no les aprecio. Sólo eso.

LOS SUELDOS DE LOS DIRECTIVOS

Si los altos directivos de las grandes compañías que cotizan en bolsa, no fueran, finalmente, quienes determinaran sus propias retribuciones, ¿ganarían lo que ganan?

Hoy en EL PAÍS (domingo 20 de Abril, pag. 28, “Sueldos record para los directivos”, Miguel Jiménez) podemos leer que Ignacio Sánchez Galán, Presidente de Iberdrola, cobró el año pasado más de 16 millones de euros; Alfredo Sánchez, Consejero Delegado del Santander, 9,6 millones, Francisco González, Presidente del BBVA, 5,1 millones, Francisco Luzón, del Santander 5,62 millones, Matías Rodríguez Inciarte, del Santander, 5,15 millones, José Ignacio Goirigolzarri, Consejero Delegado del BBVA, 3,59 millones, Ana Patricia Botín, Presidenta de Banesto y Consejera del Santander, 3,5 millones, etc.

Algunos de ellos se justificarían diciendo que su retribución apenas supone un pequeño porcentaje de lo que hacen ganar a sus accionistas, vía resultados o vía incremento del valor de las acciones. También dirían que una parte de ésta se debe a que consiguen buenos resultados y que es variable y dependiente de los mismos. Pero ¿es que los altos directivos son los únicos responsables de los resultados de sus compañías? No, en absoluto. Entonces ¿por qué estas retribuciones?, ¿por qué estos incrementos?, ¿por qué esta situación de permanente, generalizada y rampante escalada de las mismas? Trataremos de explicarlo.

¿Podemos considerar que la alta dirección es un factor de producción sujeto a un mercado, como haría cualquier amante del mercado? Sabemos que éste, el mercado, es el maximizador del beneficio de todos, ofertantes y demandantes, quienes, a través de la búsqueda individual del beneficio por parte de cada uno de los que intervienen en él, encuentran el beneficio colectivo. Eso oímos constantemente y es más verdad que mentira. Pero, ¿es aplicable, en este caso ese razonamiento? ¿Asigna el mercado esas retribuciones? Repasemos algunos conceptos.

Cuando la demanda de un factor la configuran muchos demandantes, y la oferta muchos oferentes del mismo factor, se dice que todos los intervinientes en la fijación del precio, tanto del lado de la oferta como del lado de la demanda son precio aceptantes, es decir, que, al no poder reconocer su influencia en la fijación de los precios a título individual, todos aceptan que el precio lo fija el mercado, allá donde la curva de oferta – que va ofertando más a medida que el precio sube – se encuentra con la curva demanda – que va demandando más a medida que el precio baja -. De esa forma se maximiza el excedente del demandante y el del ofertante; esa es la ventaja del mercado, su eficacia.

Cuando, bien del lado de la oferta bien del lado de la demanda, aparece algún poder para fijar el precio, ese poder se deriva de que es uno o son unos pocos quienes ofertan el factor, o uno o unos pocos quienes lo demandan. En pura teoría económica, cada ofertante de un factor de producción que tuviera poder para fijar el precio de ese factor intentaría fijarlo de modo que consiguiera la retribución correspondiente a su contribución marginal al resultado. Y si fuera uno sólo el demandante trataría de comprar el factor a su coste medio, dejando a quienes lo ofrecen sin plusvalía alguna, casi al borde de la condición de abandono del mercado.

Pero el mercado de los altos directivos no es un mercado transparente ni global.

Primero, del lado de la oferta no es abierto, sino que está dividido en muchos segmentos estancos – casi cada compañía o cada grupo empresarial lo es -, a cada uno de los cuales sólo accede un grupo pequeño de altos directivos, mediante un sofisticado mecanismo endogámico basado en los apellidos, la amistad, la escuela de negocios de procedencia, incluso, a veces, los méritos acumulados en la propia compañía, pero que son juzgados también por el grupo oligárquico de control, etc. Si en cada uno de estos segmentos estancos, con acceso controlado por los dirigentes, estos grupos de dirigentes, actuaran como un cartel monopolístico a la hora de fijar sus retribuciones intentarían cobrar de acuerdo al beneficio marginal a que su contribución diera lugar. ¡Y eso es lo que se atreven a argumentar a su favor y lo que se tragan sin rechistar los accionistas en las juntas!, reconociendo así que fijan el precio al margen de la competencia.

Pero, en segundo lugar, es que ellos no sólo son ofertantes oligopolísticos en su segmento estanco en el que el acceso está controlado por ellos; ¡es que son también la demanda!; son a la vez la oferta del factor alto directivo en sus compañías y la demanda del factor alto directivo de sus compañías.

Y por si fuera poco, sólo ellos manejan una parte sustancial de la información con la que luego argumentan sus retribuciones.

El control de esto debería estar en la Comisión de retribuciones del Consejo, cuyas retribuciones dependen también de los altos directivos. Éstos, siempre bendicen, claro está, y lo hacen en nombre de los accionistas, esas retribuciones. Y luego, en las Juntas de Accionistas, todos bendecimos por acción o por omisión la representación de esa comedia.

Se entiende ahora por qué ganan tanto lo directivos. Son juez y parte; y ya se sabe: “quien parte y reparte, se queda la mejor parte”.

Deberían de ser más serios. No hace falta que los accionistas lo exijan, bastaría con que ellos tuvieran un mínimo de…, cómo llamarlo sin ser innecesariamente ofensivo para nadie…, tal vez elegancia…

Con lo que han ganado ya y lo que pueden seguir ganado, incluso si lo ganaran merecidamente, es decir de acuerdo a sus méritos, no estaría de más un gesto; pero no sólo el de bajarse esas escandalosas retribuciones a niveles menos obscenos, eso sería tal vez demagógico, sino el de establecer, de verdad, en sus compañías, mecanismos realmente transparentes de fijación de sus retribuciones. A eso debería contribuir, a la transparencia, no otra cosa, ni por supuesto a fijar lo que los directivos deberían ganar: un marco jurídico formal mejor diseñado y una CNMV con un reglamento más eficaz. También cada uno de nosotros puede contribuir si no comulga con las ruedas de molino que nos ofrecen.

No es que yo no crea en el mercado, ¡claro que creo en él!; no lo arregla todo, pero, en general, asigna muy bien los recursos; otro día hablaremos de lo que no arregla. Pero si se puede llamar “mercado” al mecanismo que asigna las retribuciones de los altos directivos de las grandes compañías, que baje Dios y lo vea.

Gustavo Mata Fernández-Balbuena

http://gustavomata.com/

VENDER: ¿ARTE U OFICIO?

El perfil psicológico más adecuado, el que inevitablemente tienen todos los profesionales destacados del área de ventas, está muy bien definido.

Simplificando mucho podemos definir tres modos básicos de sentir. Personas introtensivas, cuyas emociones más profundas, se encuentran en su propio interior, en torno a una bien asentada escala de valores, alrededor de su personal modo de ver la vida. Estas personas perciben con dificultad lo que ocurre en su entorno, pero tienen creatividad y una gran vida interior. “Yo soy así, que quieres que le haga”, es la frase que repiten a menudo y que puede definir mejor esa forma de sentir. Otras personas son extroversivas, viven volcadas hacia su entorno. Por ello, perciben con gran claridad cualquier cambio que se pueda producir a su alrededor, nada se les escapa. Estas personas suelen valorar tanto el equilibrio con lo que les rodea que, antes de entrar en conflicto, ceden de su posición. Son capaces hasta de disfrazar su auténtica forma de sentir con tal de evitarlo. El tercer modo de sentir es una combinación de los anteriores. Estas personas, tienen un sentir dual, son dilatadas, perciben muy bien su entorno, están muy abiertos hacia el exterior, pero también tiene una potente vida interior. Por ello captan muy bien todo lo que está ocurriendo cerca de ellos. Pero también procesan incesantemente los muchos estímulos que reciben en base a su intenso y rico mundo interior. Elaboran conclusiones, que vuelcan de nuevo hacia su entorno, analizando el impacto que crean en él, en un proceso cíclico, que se retroalimenta continuamente. Esta predisposición está en la base de la intensa inter-actuación que este tipo de personas consigue con todo lo que les rodea.

Esta es la forma de sentir que caracteriza a los comerciales más exitosos. Las personas que tienen esta dualidad de modos de sentir son las que con más facilidad logran éxito en las actividades comerciales. Ser un buen vendedor no es sólo ser un buen “relaciones públicas”, alguien que es amigo de todo el mundo y que nunca genera conflictos con nadie. Para vender es necesario interactuar, detectar la necesidad del cliente y saber resolverla.

Pero además de esa predisposición psicológica, vender requiere método. Pese a que en muchos casos la imagen tópica del vendedor se aleje de ese estereotipo metódico y minucioso, no es posible tener éxito en las ventas sin un método, sin una disciplina y sin un sistema. Pensemos un poco y no seremos capaces de recordar a ningún buen comercial separado de una voluminosa y bien ordenada agenda. Pese a los tópicos y a las imágenes superficiales, todos sabemos que los buenos comerciales son metódicos y sistemáticos, además de abiertos, simpáticos, pertinaces e inasequibles al desaliento.

Gustavo Mata Fernández-Balbuena

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