Escribí en CINCO DÍAS, hace casi dos años, en Agosto de 2006:

«Cuando estalla un escándalo como el de Marbella, son muchos los que señalan que hay muchas más Marbellas y que el fenómeno de la corrupción en los municipios está generalizada. Nadie reacciona; no hay alarma social alguna. ¿A nadie le preocupa?, ¿tenemos que seguir admitiendo la extendida práctica de que los ayuntamientos -y los partidos políticos y coaliciones que los sustentan- se financien también vía modificaciones de los planes de urbanismo y vía la subsiguiente especulación del suelo?»

Hoy, basta cambiar Marbella por Estepona para que el comentario sirva. Ayer era Andratx, antesdeayer…

¿Cómo es posible que los partidos consientan y ¿alienten? estas prácticas en los municipios en los que gobiernan. Los escándalos sólo estallan cuando el que administra ese flujo asqueroso lo desvía, en parte, para su lucro personal. Ya se sabe: «aministrador que admininistra y enfemo que enjuaga, algo traga». Pero cómo es que ¡no se corrije mucho antes!

Otra vez lo mismo de siempre. Parece que todo el mundo estaba al corriente.

¡Qué asco me dan todos estos manejos!