El blog de Gustavo Mata

Estrategia: Las reglas del juego en los negocios

EL TÍO ROBERTO

Cuando era niño, en casa, oía a menudo hablar a mi madre de su tío Roberto. Siempre lo hacía con un inmenso cariño. Pese a que no le conocí, le tengo verdadero afecto. Ya se sabe: las madres, sobre todo lo demás, saben trasmitir cariño y transferir cariño. En el caso del tío Roberto, conmigo, lo logró. Me encanta contribuir a conservar su memoria; es como volver a estar hablando de él con mi madre. Por eso os escribo sobre él.

Este fin de semana, en Cuernavaca, Morelos, México, he conocido a su hija Elvira Fernández Gascón, – prima carnal, por tanto, de mi madre, economista, socióloga y, sobre todo, escultora – y a su hija Julieta y a su nieto Luis. He viajado allí con mi esposa, con mis hijos, los que viven aquí en Querétaro, y con mis dos nietos mexicanos. Ha sido muy emocionante. Poder abrazar bien fuerte a alguien tan cercano en la memoria y tan ausente durante toda tu vida es algo que impresiona.

Y todo gracias a este blog. En Junio pasado, estando yo en México mientras el Presidente de México visitaba España – en donde el Congreso y el Senado en sesión conjunta le agradecieron lo que hicieron los mexicanos por el exilio español en tiempos de Lázaro Cárdenas – escribí un emocionado post dando las gracias a México por haber acogido al exilio español republicano después de la Guerra Civil como lo acogieron. Entre los acogidos estaba el tío Roberto. Ese post lo vio Katinka Gallego, biznieta de una hermana de Roberto -Consuelo- y me ha puesto en contacto con Elvira. Así se ha hecho posible este encuentro.

Pero ¿quién era el tío Roberto? Roberto Fernández Balbuena nació en Madrid el 29 de Noviembre de 1891, hijo de Gustavo Fernández Rodríguez – mi bisabuelo -, General de Ingenieros de la Armada y Académico de la Real Academia de Ciencias, y de Socorro Balbuena Iriarte. Desde niño muestra un gran talento para el dibujo y la pintura. En 1905 ingresa en la Escuela Superior de Arquitectura, junto con su hermano Gustavo Fernández Balbuena -mi abuelo- . Ambos terminan la carrera en el año 1914 con el número 1 y 2 de su promoción. De 1916 a 1919 Roberto reside en Roma, pensionado por la Real Academia de Bellas Artes. A su regreso es profesor de la Escuela Superior de Arquitectura y profesor de la Escuela de Artes y Oficios. Trabaja como arquitecto con su hermano al que estaba muy unido. Publica dibujos y artículos en la Revista Arquitectura, fundada en 1918 por Gustavo. Y sobre todo, pinta. En 1931 Gustavo desaparece en el mar frente a las costas de Andraitx durante un crucero que realizaba con su esposa y su hija mayor –mi madre-. En ese momento él tenía 43 años y estaba en plena madurez creativa como arquitecto y como urbanista. Otro día os hablaré de él. A partir de la muerte de su hermano, Roberto se centra en la pintura; esa es su verdadera vocación. Recibe la Medalla de oro del Salón de Otoño de Roma (1925), y la Medalla de plata en la Exposición Nacional de Madrid (1927), -ya había recibido el Gran Premio de Roma (1914) entre otros reconocimientos.

Durante la Guerra Civil Roberto Fernández Balbuena tuvo un destacadísimo papel para la conservación del patrimonio artístico de España. Se puede decir que gracias a él, y al equipo que trabajó a sus órdenes, éste no sufrió daños importantes durante la misma. A partir de 1936 Roberto fue Delegado de la Dirección General de Bellas Artes y Presidente de la Junta Delegada de Incautación y Salvamento del Tesoro Artístico Nacional; y desde 1938 Subdirector del Museo del Prado – realmente Director, pues éste, Pablo Picasso, nunca llegó a tomar posesión -. Roberto Fernández Balbuena, en 1937, junto con Sánchez Cantón, Alberti, Renau y Ceferino Colinas, salvó los tesoros del Museo del Prado, transportando sus colecciones a Valencia, bajo el bombardeo aéreo, en un enorme convoy formado por más de treinta grandes camiones. En 1939 es nombrado Comisario para la Exposición Universal de Nueva York, después Agregado Cultural en la Embajada de Suecia. Al final de la Guerra llega a Francia y organiza, junto a José Bergamín y Juan Larrea la acogida de los intelectuales españoles que se han visto obligados a abandonar España. Gestionan la posibilidad de que algún país afín a la causa de la República les dé asilo. México es el país que de modo más generoso y explícito acoge las demandas. El día 6 de mayo de 1939 salen de Francia para México. El barco llega a Nueva York el 17 de mayo. Allí les esperan dos autobuses que les llevarán a la ciudad de México, a donde llegan, por fin, el 26 de mayo.

Poco tiempo después, en México, se casa con Elvira Gascón, con la que coincidió en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, de la que era profesora desde 1935, y en la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico, en la que colaboró como auxiliar técnico desde 1937. Tienen dos hijas: Guadalupe y Elvira. Son años duros, Roberto da clases en la Academia Hispano Mexicana, trabaja como arquitecto y funda la empresa TASA (Técnicos Asociados) junto con Octavio Botella, traduce textos del italiano, del francés, del inglés… Y pinta, pinta incansablemente. Entre 1942 y 1963 realiza numerosas exposiciones en México. En 1962 participa en la Conferencia por la Paz de Helsinky.

En 1965 viaja con su amigo Ernesto Mejía Sánchez a Nicaragua, se detienen en Chiapas. Su hija Elvira rememora: «Roberto recibe agradecido esa inudación de luz, de color. Por unos instantes recupera el entusiasmo de la juventud. Redescubre en San Cristobal un atrio que, con trazos impresionistas, ya había imaginado; retrata a unos indigenas vigilados por una rosa; descubre un chamula con ojos claros. Roberto respira hondo, aliviado. Su firma se estampa con soltura, con alegría. Por última vez. Son sus últimos cuadros. Su corazón se detiene el 23 de Febrero de 1966».

Por el centenario de su nacimiento se celebró en el Museo del Palacio de Bellas Artes de México una gran exposición homenaje de su obra, con obras de juventud de la colecciòn de su hija Elvira y otras obras realizadas en Mèxico durante el exilio. Ese mismo año se hace una Exposición en Madrid con obras de su etapa joven que permanecían en Madrid. En el año 2000 tiene lugar en México la exposición «60 años de Exilio Español» con la obra de Roberto Fernández Balbuena en lugar destacado. En este momento, en el Museo Reina Sofía trabajan para preparar otra.

«A mi padre -recuerda Elvira- le gustaba pintar con unas galletas saladas untadas con paté y un caballito de tequila a su alcance, o con una toronja sacadita en gajos y bañada en  ron, que le gustaba que yo le preparara, mientras escuchaba flamenco». Decía que no le gustaba Manolo Caracol, y lo decía con su energía habitual, “¡No y no!; yo vengo de Juan Breva y paso por Don Antonio Chacón y me encuentro con la que consagra el cante que es La niña de los peines”. Roberto, “era intransigente con lo que no podía aceptar y era profundamente sincero, por lo que podía resultar terrible; él era colérico pero no tenía odio a nadie, sólo desprecio a algunos”, decía, recordándole, su amigo Juan José Arreola. Éste le dedica unos versos en el catálogo de una exposición homenaje:

Nada tiene que ver

que tú hayas muerto,

antes te costó sufrimiento

ver cómo el mundo se acabó

en el treinta y nueve

Pienso en su añoranza de España y en su seguro dolor por la ausencia y por la circunstancia que le tocó vivir, mientras veo sus cuadros. Pero nada hay de trágico ni de triste en su pintura. De su obra joven a su madurez hay una clara evolución pero sigue siendo el mismo pintor mirando el mundo de la misma manera. Nada de la negrura que reflejan las obras de otros artistas españoles exiliados de la época. Si acaso en su época mexicana hay algo de nostalgia. De nuevo cito a Arreola. “Roberto pintaba realmente gozoso y a veces llegaba del gozo al frenesí… A Roberto le gustaba que la luz besara cada una de las superficies del cuadro… Su paleta era realmente iridiscente: azules, verdes y morados que eran como cada una de las escamas de los tejos de luz de las alas de las mariposas…” Así son sus cuadros.

Hemos hablado de él durante horas mientras contemplábamos sus pinturas o repasábamos juntos una y otra vez una copia en DVD que le traje de parte de Katinka Gallego con las películas que hacía su hermano Félix, en las que se le puede ver.

Muchos han escrito sobre él y sobre su bonhomía. Modesto hasta la humildad, amigo de sus amigos, todos los que le recuerdan lo hacen entrañablemente. Señalan su sencillez, su generosidad y su cordialidad sin límites. Su casa era cada semana un lugar de reunión obligatoria. Su simpatía avasalladora y su vitalidad atraían amigos irresistiblemente. “Era un hombre bueno, uno de esos justos que lo reconcilian a uno con el género humano… Si te has ido del mundo visible, Balbuena amigo, queda de ti un recuerdo imperecedero” dice de él Jorge J. Crespo de la Serna.

Terminaré esta evocación con los versos que le dedicó Norma Basúa:

A Roberto Fernández-Balbuena:

Un hombre en la concavidad del aire,

en el olor después de la lluvia

cumple un mundo de imágenes y tierra

encadenado y al mismo tiempo libre

bajo la superficie del silencio.

A un paso la vida recia de piedra humedecida

o la muerte de arena seca y frágil a las huellas

corre para alcanzar la aurora

y regresa sin pasos,

mira su propia respiración;

siente de pronto que debe alzar los brazos

al espacio cóncavo de la ira.

Un hombre SÍ,

de nuestro tiempo.

Cobarde para apresar la vida

y prometeico.

Ve la luz lo convexo de la libertad

la difracción de lo eterno

lo sutil hacia adentro de su esfera

lo terrestre a la espera del agua.

Espero que os guste compartir conmigo este momento tan especial.

http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/juanrulfo/05.pdf

http://books.google.com.mx/books?id=MF8dFEZ04VUC&pg=PA61&lpg=PA61&dq=roberto+fern%C3%A1ndez+balbuena&source=web&ots=dkdQPvpmrp&sig=5c2p7LdYt1MwJETc-TSxl4XkY1M&hl=es&sa=X&oi=book_result&resnum=8&ct=result#PPA62,M1

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/03696141000381628539079/p0000018.htm

http://clio.rediris.es/exilio/prados.htm

http://www.google.com.mx/search?hl=es&q=roberto+fern%C3%A1ndez+balbuena&start=10&sa=N

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/45700621093425095465679/p0000001.htm

http://www.nodo50.org/foroporlamemoria/agenda_fm/2004/arquitectos_29102004.htm

http://www.mviv.es/es/index.php?option=com_content&task=view&id=877&Itemid=178

http://www.rojoyazul.net/civilis/cultura/salvamento_tesoro.htm

http://www.ub.es/ceha-2008/pdfs/09-m02-s02-com_32-mdi.pdf

http://www.seacex.es/documentos/roma_06_arquitectos.pdf

http://enciclopedia.us.es/index.php/Exilio_espa%C3%B1ol_en_M%C3%A9xico

http://www.elpais.com/articulo/cultura/ESPAnA/MUSEO_DEL_PRADO/GUERRA_CIVIL_ESPAnOLA/elpepicul/19900301elpepicul_1/Tes/

http://www.museodelprado.es/index.php?id=768

http://www.artnet.de/Artists/LotDetailPage.aspx?lot_id=7ECAA45B0EA9700F

6 Comentarios

  1. Muchas personas dejan huella, pero algunas verdaderamente marcan a los demas. Lo digo por experiencia.

    Un saludo y felices fiestas.

  2. Gracias por el comentario.
    Felicidades

  3. Carmen Peláez

    enero 1, 2009 at 5:01 pm

    Querido Gustavo:

    La verdadera vida eterna es permanecer en la memoria y en la vida de los que nos siguen.

    Un abrazo,

  4. Gracias Carmen.
    Un beso.

  5. Gracias a mi hermana he llegado a este enlace.

    Quería simplemente mandarte un saludo. Soy Javier Fernández, hijo de Manuel Fernández, hijo de Silvio Fernández, hermano de Roberto Fernández Balbuena. Vaya, que soy sobrino-nieto de «tu tío Roberto». Da gusto leer la entrada, el cariño y la descripción de la persona.

    Yo no puedo añadir mucho por aquí, de hecho ni siquiera pude conocer a mi abuelo Silvio.

    Vaya, simplemente quería mandarte un saludo… al leer todo esto, no puedo dejar de pensar que es historia de mi familia.

  6. Hola, muchas gracias por el artículo, más vale tarde que nunca que al fin se valore a estos enormes seres humanos, aunque ya sea un triste consuelo para tantos grandes artistas y todo lo que hicieron por el patrimonio del arte de este país.
    Mi abuela fue María Cámara Gascón, prima de Elvira Gascón la esposa de Roberto, y siempre tuvo una tremenda pena en el alma al tener que separarse de ella a la que quería como a una hermana y a la que nunca mas volvió a ver. Me contó muchas cosas del Madrid de antes de la guerra, y de lo que luego fue la vida en la capital sitiada, donde su prima trabajaba sin descanso en la catalogación, rescate, restauración y salvamento del patrimonio artístico.
    Me costó lo más grande que me hablara de aquellos años que para ellos fueron terribles, una guerra civil no tiene nada de romántica, y además les arruinaron su juventud y vida (mi abuela era maestra republicana con la carrera recién terminada y nunca pudo ejercer y suerte tuvo de no acabar en cualquier cuneta con un tiro en la nuca). Así es la vida. Pero tuve la fortuna de convivir con ella durante muchos años y eso no lo cambiaría por NADA.
    Atentamente: Ruben

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