El blog de Gustavo Mata

Estrategia: Las reglas del juego en los negocios

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ESTA TARDE, 10 DE SEPTIEMBRE ESTARÉ EN RADIO INTERECONOMÍA

Como siempre en la tertulia Cierre de Mercados con Susana Criado.

MI FELICIDAD SE ACRECIENTA: TENGO UN NUEVO NIETO.

Ayer nació  mi quinto nieto, Daniel. Él y su madre están muy bien.

Quiero compartir con vosotros este extarordinario  motivo de alegría.

MICROECONOMÍA DE CONTRASTE PARA NEOLIBERALES CONVERSOS. LECCIÓN 3.

Dice la microeconomía neo liberal que subir el salario mínimo perjudica el empleo de los trabajadores menos calificados –precisamente a los que trata de favorecer- . ¡El estado siempre estropeando el libre juego de fuerzas el mercado que ¿todo? lo arregla!

El argumento es sencillo, “caeteris paribus”, al subir el salario mínimo aumenta la demanda de su sustitutivo –el trabajo de mayor cualificación- y disminuye la demanda del trabajo sin cualificar -el que cobraría ese salario mínimo-.

Digo yo, aplicando el mismo argumento anterior, en un análisis comparado, “caeteris paribus”, que las constantes –y para mí escandalosas- subidas de la retribución de los altos directivos debería aumentar la demanda de directivos medios -el sustitutivo de la alta dirección de precio más bajo- y, en consecuencia, aumentar el desempleo de los altos directivos. Claro que en este caso no hay que preocuparse, porque tienen asignadas unas indemnizaciones por cese tan altas que no tiene problema para el resto de su vida.

¿Qué elasticidad cruzada hay entre el trabajo de la mano de obra sin cualificar y el de la mano de obra cualificada? Al menos en nuestras economías desarrolladas, yo no la veo. Tal vez haya mayor elasticidad cruzada entre la altísima dirección y la alta dirección, o entre esta y la media.

En fin a mucha demagogia por parte de unos bien valdría aplicar un poco de demagogia por parte de otros (yo soy de los otros, claro).

El salario mínimo es una referencia para muchas otras cosas en muchos convenios y para la administración. Un poco de mesura al hablar de las cosas. Los modelos simplifican la realidad y si los maneja un cínico para que un dogmático las incorpore a su acervo como verdad revelada todos salimos perjudicados.

MICROECONOMÍA DE CONTRASTE PARA NEOLIBERALES CONVERSOS. LECCIÓN 2.

Dicen, no sin poca razón, aunque no con toda la razón, como pretenden los dogmáticos, que en los mercados la mano invisible de Adam Smith todo lo arregla: “cada uno buscando su beneficio particular, consiguen todos el mayor bienestar colectivo posible”. ¡Voilá! (golpe de chistera y mutis por el foro -que diría mi admirado David Navarro, Lord Daven, con quien mantengo una relación biunívoca: discípulo-maestro; a ratos yo soy el maestro y a ratos lo es él-).

El primero que no sacralizó ese principio, relativizándolo, fue el propio Adam Smith –gran humanista. Muchos economistas eran grandes humanistas –como Marshall, un ejemplo paradigmático de lo que decimos-. Pero ya se sabe que lo peor de las sanas teorías de los maestros son los epígonos que sin entender de verdad de lo que plantean les siguen como autómatas -por si acaso aclaro; según el diccionario de la RAE: epígono:(Del gr. πγονος, nacido después); 1. m. Hombre que sigue las huellas de otro, especialmente el que sigue una escuela o un estilo de una generación anterior.)

Pues bien, no siempre es verdad lo de la mano invisible. Hotelling planteó que si dos vendedores de perritos calientes se situaran en un playa de, pongamos por ejemplo, un kilómetro de longitud, lo más eficiente sería que cada uno atendiera a una mitad de la playa, situándose, cada uno de ellos, en el medio de su mitad. De esta manera se minimizarían los desplazamientos de los clientes: cada uno atendería a media playa. El desplazamiento máximo sería de un cuarto de kilómetro.

Pero puesto que cada uno de ellos sabe que si se desplazara hacia el centro de la playa conservaría los clientes de su lado, seguros, y resultaría más atractivo para algunos de los otros, atendidos en principio de forma preferente por su competidor, se iría hacia el centro. Como el otro sabe lo mismo, al final ambos vendedores se situarían en el medio de la playa, juntos, lo que, pese a su lógica competitiva, no es eficiente desde el punto de vista económico.

La economía no necesita dogmáticos que una vez que reciben una explicación simple la toman como verdad revelada. Necesita escépticos, caviladores, dubitativos,…, o sea: científicos, para hacerla avanzar en beneficio del hombre, no del mercado.

MICROECONOMÍA DE CONTRASTE PARA NEO LIBERALES CONVERSOS. LECCIÓN 1.

Ronald Howard Coase nació en el Reino Unido y estudió en la London School of Economics donde se graduó en 1932. Emigró a Estados Unidos, y dictó clases en la Universidad de Buffalo, en el Center for Advanced Studys in the Behavioral Sciences, en la Universidad de Virginia y en la de Chicago. Es Premio Nobel de Economía de 1991. Su famoso teorema, en el que muchos neoliberales fundamentan que el estado es el único causante de todos los males o casi, formula que en una situación en la que existan externalidades negativas derivadas de la actividad económica, si las partes que están implicadas en la generación y las consecuencias de las externalidades, pueden negociar sin ningún costo de transacción, pueden resolver por sí solas el litigio que tuvieran de la forma más eficiente económicamente.

Las externalidades son efectos no buscados directamente de la actividad económica, como por ejemplo molestias por ruido al vecindario de una fábrica, pastos o cultivos perjudicados por las emisiones de una chimenea, perjuicios por el ruido de un bar, etc.

Es brillante el teorema, y muy clarificador acerca del papel de la administración, pero los epígonos neoliberales de nuevo exceden en sus conclusiones la voluntad del maestro al propugnar que entonces para qué hace falta el Estado. ¿Quién estaría encargado de minimizar los costes de transacción? la administración del Estado. Y ¿quién habría de arbitrar las soluciones cuando los costes de transacción fueran altos?: también el estado. Y si las externalidades fueran a largo plazo ¿quién habría de imponer las soluciones?: vaya, otra vez el estado. ¿Y si fueran planetarias como la contaminación, el cambio climático, el deterioro irreversible del medioambiente: como la desertificación a la muerte biológica de grandes áreas marinas?: eso no lo arreglaría más que un poder planetario, ¡qué horror! ¿No?

También hay externalidades positivas, como las que se producen por la aparición de internet o por la construcción de infraestructuras, etc. ¿De promover esas actividades debe ocuparse tal vez el estado?

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