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Ésta es la decimocuarta nota técnica de las que integran el método Mata de análisis estratégico.
Presenta un resumen de los posibles FRE, factores del entorno sectorial con impacto relevante sobre el sector.
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Ésta es la decimocuarta nota técnica de las que integran el método Mata de análisis estratégico.
Presenta un resumen de los posibles FRE, factores del entorno sectorial con impacto relevante sobre el sector.
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Esta es la decimotercera nota técnica que integrará el método de análisis estratégico propuesto por Gustavo Mata.
En esta nota se analiza el modelo del ciclo de vida de la actividad de un sector y se relacionan las diferentes fases de ese ciclo con la evolución cuantitativa previsible de la demanda, la evolución cualitativa de la misma y los cambios previsibles en la estructura de la oferta sectorial.
Si los altos directivos de las grandes compañías que cotizan en bolsa, no fueran, finalmente, quienes determinaran sus propias retribuciones, ¿ganarían lo que ganan?
Hoy en EL PAÍS (domingo 20 de Abril, pag. 28, “Sueldos record para los directivos”, Miguel Jiménez) podemos leer que Ignacio Sánchez Galán, Presidente de Iberdrola, cobró el año pasado más de 16 millones de euros; Alfredo Sánchez, Consejero Delegado del Santander, 9,6 millones, Francisco González, Presidente del BBVA, 5,1 millones, Francisco Luzón, del Santander 5,62 millones, Matías Rodríguez Inciarte, del Santander, 5,15 millones, José Ignacio Goirigolzarri, Consejero Delegado del BBVA, 3,59 millones, Ana Patricia Botín, Presidenta de Banesto y Consejera del Santander, 3,5 millones, etc.
Algunos de ellos se justificarían diciendo que su retribución apenas supone un pequeño porcentaje de lo que hacen ganar a sus accionistas, vía resultados o vía incremento del valor de las acciones. También dirían que una parte de ésta se debe a que consiguen buenos resultados y que es variable y dependiente de los mismos. Pero ¿es que los altos directivos son los únicos responsables de los resultados de sus compañías? No, en absoluto. Entonces ¿por qué estas retribuciones?, ¿por qué estos incrementos?, ¿por qué esta situación de permanente, generalizada y rampante escalada de las mismas? Trataremos de explicarlo.
¿Podemos considerar que la alta dirección es un factor de producción sujeto a un mercado, como haría cualquier amante del mercado? Sabemos que éste, el mercado, es el maximizador del beneficio de todos, ofertantes y demandantes, quienes, a través de la búsqueda individual del beneficio por parte de cada uno de los que intervienen en él, encuentran el beneficio colectivo. Eso oímos constantemente y es más verdad que mentira. Pero, ¿es aplicable, en este caso ese razonamiento? ¿Asigna el mercado esas retribuciones? Repasemos algunos conceptos.
Cuando la demanda de un factor la configuran muchos demandantes, y la oferta muchos oferentes del mismo factor, se dice que todos los intervinientes en la fijación del precio, tanto del lado de la oferta como del lado de la demanda son precio aceptantes, es decir, que, al no poder reconocer su influencia en la fijación de los precios a título individual, todos aceptan que el precio lo fija el mercado, allá donde la curva de oferta – que va ofertando más a medida que el precio sube – se encuentra con la curva demanda – que va demandando más a medida que el precio baja -. De esa forma se maximiza el excedente del demandante y el del ofertante; esa es la ventaja del mercado, su eficacia.
Cuando, bien del lado de la oferta bien del lado de la demanda, aparece algún poder para fijar el precio, ese poder se deriva de que es uno o son unos pocos quienes ofertan el factor, o uno o unos pocos quienes lo demandan. En pura teoría económica, cada ofertante de un factor de producción que tuviera poder para fijar el precio de ese factor intentaría fijarlo de modo que consiguiera la retribución correspondiente a su contribución marginal al resultado. Y si fuera uno sólo el demandante trataría de comprar el factor a su coste medio, dejando a quienes lo ofrecen sin plusvalía alguna, casi al borde de la condición de abandono del mercado.
Pero el mercado de los altos directivos no es un mercado transparente ni global.
Primero, del lado de la oferta no es abierto, sino que está dividido en muchos segmentos estancos – casi cada compañía o cada grupo empresarial lo es -, a cada uno de los cuales sólo accede un grupo pequeño de altos directivos, mediante un sofisticado mecanismo endogámico basado en los apellidos, la amistad, la escuela de negocios de procedencia, incluso, a veces, los méritos acumulados en la propia compañía, pero que son juzgados también por el grupo oligárquico de control, etc. Si en cada uno de estos segmentos estancos, con acceso controlado por los dirigentes, estos grupos de dirigentes, actuaran como un cartel monopolístico a la hora de fijar sus retribuciones intentarían cobrar de acuerdo al beneficio marginal a que su contribución diera lugar. ¡Y eso es lo que se atreven a argumentar a su favor y lo que se tragan sin rechistar los accionistas en las juntas!, reconociendo así que fijan el precio al margen de la competencia.
Pero, en segundo lugar, es que ellos no sólo son ofertantes oligopolísticos en su segmento estanco en el que el acceso está controlado por ellos; ¡es que son también la demanda!; son a la vez la oferta del factor alto directivo en sus compañías y la demanda del factor alto directivo de sus compañías.
Y por si fuera poco, sólo ellos manejan una parte sustancial de la información con la que luego argumentan sus retribuciones.
El control de esto debería estar en la Comisión de retribuciones del Consejo, cuyas retribuciones dependen también de los altos directivos. Éstos, siempre bendicen, claro está, y lo hacen en nombre de los accionistas, esas retribuciones. Y luego, en las Juntas de Accionistas, todos bendecimos por acción o por omisión la representación de esa comedia.
Se entiende ahora por qué ganan tanto lo directivos. Son juez y parte; y ya se sabe: “quien parte y reparte, se queda la mejor parte”.
Deberían de ser más serios. No hace falta que los accionistas lo exijan, bastaría con que ellos tuvieran un mínimo de…, cómo llamarlo sin ser innecesariamente ofensivo para nadie…, tal vez elegancia…
Con lo que han ganado ya y lo que pueden seguir ganado, incluso si lo ganaran merecidamente, es decir de acuerdo a sus méritos, no estaría de más un gesto; pero no sólo el de bajarse esas escandalosas retribuciones a niveles menos obscenos, eso sería tal vez demagógico, sino el de establecer, de verdad, en sus compañías, mecanismos realmente transparentes de fijación de sus retribuciones. A eso debería contribuir, a la transparencia, no otra cosa, ni por supuesto a fijar lo que los directivos deberían ganar: un marco jurídico formal mejor diseñado y una CNMV con un reglamento más eficaz. También cada uno de nosotros puede contribuir si no comulga con las ruedas de molino que nos ofrecen.
No es que yo no crea en el mercado, ¡claro que creo en él!; no lo arregla todo, pero, en general, asigna muy bien los recursos; otro día hablaremos de lo que no arregla. Pero si se puede llamar “mercado” al mecanismo que asigna las retribuciones de los altos directivos de las grandes compañías, que baje Dios y lo vea.
Gustavo Mata Fernández-Balbuena
Dice Esperanza Aguirre que pretende que se abra en el PP, de cara a su próximo Congreso, un debate de ideas.
¿Qué ideas son las que tiene Doña Esperanza?: ella dice que es liberal.
D. Gregorio Marañón (1887-1960), un auténtico y genuino liberal, dijo: “Ser liberal es estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otro modo; y no admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que, por el contrario, son los medios los que justifican el fin.”. ¿Es, entonces, Esperanza Aguirre liberal? Mi opinión es que, a la vista de las dos consecuencias de serlo que planteaba el Dr. Marañón, no lo es, por más que se autoproclame como tal o por más que haya formado parte de aquel Partido Liberal del que se dijo, en su día, que cabía, todo él, en un taxi. En todo caso, Aguirre sería lo que se denomina ahora una neoliberal o una neoconservadora. Es decir una representante de la derecha más genuina.
Y Don Mariano ¿qué piensa?; ¿cuál es el pensamiento de Mariano Rajoy? Aunque él dijo, en el cierre del último debate a dos de la última campaña electoral, aquello de: “todos saben lo que yo pienso”, ¿se sabe realmente qué es lo que piensa Rajoy? Él se proclama un político de centro reformista, y, pese a que sus bandazos y dudas permanentes no aclaren mucho quién es exactamente Rajoy desde el punto de vista ideológico, puede que realmente lo sea. Supongamos que es así.
A mi parecer, lo que le conviene al PP y al país es que el partido se centre. Pero, aunque Rajoy ganara el Congreso, ¿podría Rajoy hacer que el PP emprendiera de verdad el tan cacareado y necesario viaje al centro? Pensamos que no le resultaría fácil con la que está cayendo en el partido, tanto si gana el Congreso a la búlgara, sin oposición ni candidaturas alternativas, como si lo ganara frente a una candidatura de Aguirre por la mínima, o incluso si lo ganara por goleada. Cada vez que insistiera en esa línea los medios más radicales le pondrían a “caer de un burro” y el desgaste para el PP sería enorme.
Cuando Aznar designó en Agosto de 2003, después de más de un año y medio de suspense, que Mariano era el elegido para ser el sucesor, Rodríguez Zapatero dijo textualmente: «Supongo que él estará contento. Yo les aseguro que también estoy contento». Fue una buena premonición; ya le ha ganado dos veces las elecciones. La primera, cuando Rajoy se presentaba como el preferido designado por Aznar por su “sencillez, discreción y templanza” y, manteniendo esa imagen sencilla, discreta y templada, estaba bastante claro que iba a ganar, hasta que la incomprensible reacción de todo el Gobierno Aznar frente al tremendo atentado del 11 M, le hizo perder. La segunda, cuando rodeado de la guardia que el propio Aznar le había puesto, con Zaplana y Acebes al frente, se radicalizó y practicó durante cuatro años una forma de oposición poco templada, discreta o sencilla, insistiendo en el error que había llevado a perder las elecciones. ¿Sería capaz de ganarle a Rodríguez Zapatero a la tercera? ¿Qué tendría que hacer en la oposición, radicalizarse o ser una oposición colaboradora y razonable como la que hizo en su día el PSOE frente a Aznar? Lo tiene crudo; salvo que el PSOE lo haga muy mal, lo más previsible es que no ganará, haga lo que haga.
Pero, ¿qué pensaría ahora Rodríguez Zapatero de un hipotético triunfo de Esperanza Aguirre en el Congreso de Valencia? ¿Repetiría la frase que usó para saludar la elección de Rajoy como líder del PP y diría?: “Supongo que ella estará contenta. Yo también estoy contento.”
No creo que Aguirre pudiera centrar el mensaje del PP, más bien sería lo contrario, y si fuera así tampoco será fácil que ella pudiera ganar en unas elecciones generales al PSOE.
Gustavo Mata
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