Estoy en México, esta semana en Monterrey y la próxima en Ciudad de México, dictando clases de estrategia en el MBA de la Universidad Valle de México. Estoy asistiendo a los últimos coletazos de las campañas electorales que van a renovar Congreso y Senado, elegir Presidente de la República y muchos Presidentes Municipales y algunos Gobernadores estatales.
La atención está centrada en la elección del Presidente. Hay dudas de si el PRI, con Enrique Peña Nieto al frente, se hará de nuevo con el Poder, o de si lo logrará el PRD, de nuevo con Andrés Manuel López Obrador como candidato. Lamentablemente Josefina Vázquez Mota, candidata del PAN, ha sido incapaz de capitalizar la gestión del actual presidente, Felipe Calderón, muy positiva en muchos aspectos, aunque muy controvertida en otros: aunque todos entienden que deberían enfrentarse al narcotráfico como él ha hecho, muchos dudan de si es posible ganar la batalla y prefieren convivir con el horror discretamente, más que enfrentarse; hasta ahí se ha llegado.
Pero gane quien gane, el problema será gobernar. Si gana el PRI, aunque en el Senado entre el PRI y el PAN controlarán la situación, la fragmentación del Congreso exigirá mucha gestión política para conformar mayorías. Si gana el PRD, lo que muchos temen por el perfil izquierdista del candidato y otros desean más por estar hartos de PRI y PAN que por otra cosa, será aún más difícil gobernar con una mayoría hostil en el Congreso.
¿Será eso malo? Probablemente no. La política es sucia y en México más. Pero al fin es política, y la situación obligará a buscar el consenso. Y consenso es lo que necesita este maravilloso país para salir de la trampa que la historia y la situación geografía le han tendido.
Suerte. ¡Viva México y los mexicanos!
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